Categoría: elJazzBass

Durante la Segunda Guerra Mundial, y con permiso del amigo Petrillo y sus huelgas, se registraron una serie de grabaciones exclusivas para levantar la moral de los soldaditos sin fines comerciales con su, ejem, fecha de caducidad: estos discos victoriosos y sus másteres se destruirían una vez finalizada la guerra por deferencia, y como muestra de buena fe, para con las reivindicaciones de la American Federation of Musicians. O por falta de sensibilidad y perspectiva histórico-musical, según se mire. Afortunadamente muchas de esas grabaciones propiedad del ejército se salvaron muy a su pesar y nos muestran un algo de lo que nos perdimos en esas fechas de guerras y prohibiciones. Esta noche repasaremos su historia y escucharemos parte de estas animosas y animadas canciones que ayudaron a ganar una guerra.

James C. Petrillo fue un importante líder sindical de la unión de músicos profesionales made in USA que organizó sus buenas huelgas en pro de los derechos de los músicos y sus royalties. La más gorda y recordada fue entre 1942 y 1944, más de dos años sin que los músicos apenas grabaran con fines comerciales… a no ser que se pusieran a cantar. Lamentamos el silencio instrumental pero aprovecharemos ,entre huelgas y a capellas, para escuchar las mejores voces de la época. Apoteosis de la armonía vocal, de la dignidad laboral y del siempre nos quedará París.

Ains… (suspiro), cómo avanzan las ciencias y las tecnologías. Qué tiempos, cuando aquellos cedeses llegaban pa quedarse y nos lo(s) creímos. Qué ilusos éramos entonces. Y lo somos ahora. Porque ahora que nadie quiere bailar con ellos, en una clara muestra de confianza, de voluntad y ya hasta de nostalgia, los reivindicamos echándoles mucha flor: que si bonus tracks, que este disco original no lo tiene ni tu tía, que ahora te vienen ocho discos en uno con un libreto asín de gordo, pues oye, que aún molará esto del cedé, etc. Y cuando menos lo esperas, zasca, nos siguen haciendo unos feos terribles. ¿Pero por qué se atascan así? Semos veteranos y ya ni juramos, procuramos deleitarnos con sus virtudes. Que sí, que las tienen. Son ligeros y cuasi impermeables. Con ese sonido nítido y digital para poder distinguir una viola de la otra, ese botonico o ruleta que

Cuando llueve no nos gusta sacar los discos de paseo. Poquitos y en CD, que parecen más impermeables y resistentes según decían. El señor de las anillas se baja uno de sus favoritos para comprobar que un cedé rayado es mucho más desagradable que un vinilo con tute y encanto, de esos que solemos bajarnos en días más apacibles para fardar de cool. Porque ya sabemos de sobra que los topos molamos un rato pero… qué es eso de lo cool? ¿Un verdadero estilo musical? ¿Y cómo suena eso? Pues con un solo disco Miles Davis nos lo explica.

Siempre a la sombra del duque y en un discreto segundo plano, Billy Strayhorn fue parte esencial en el sonido de la orquesta de Duke Ellington. No saldría en muchas fotos ni en muchas portadas pero si echan un ojo a sus discos favoritos quizá encuentren su nombre en los créditos. Como autor de grandes estándares, que probablemente habían adjudicado a Duke, como arreglista e incluso como pianista. Hacemos un repaso a la trayectoria de una figura por desgracia no muy conocida y, por lo tanto, muy a reivindicar. Arrojamos un poquico de luz a esta estrella que iluminó de armonía nuestro universo musical sin el debido reconocimiento.

Entre la desaparición de los dinosaurios y la aparición de los Beatles existió una era, que a algunos parecerá mesozoica o premitológica, en la que las Big Bands reinaban sobre la faz de la tierra. Duke Ellington rindió homenaje a todos sus colegas de aquellos gloriosos y muy pretéritos años y esta noche escucharemos sus recuerdos a través de su orquesta. Déjense teletransportar (o mejor dicho, radiotransportar) a esa época irrepetible en compañía del fantasma del gran duque. Paleontología de la Big Band.

Menudo invento el ukelele, oigan. Bueno, bonito y barato. Y ligero, casi de bolsillo. Esta noche hacemos apología de tan simpático juguetito sirviéndonos de Clifford Edwards, aka Ukelele Ike, primer gran intérprete del aparato. Repasaremos sus historias, la del intérprete y la del aparato. Así que déjense enamorar por tan humilde instrumento, disfruten de la música del ciclista de la afoto y no se lo piensen más: pongan un ukelele en sus vidas!

En Harlem, además del Cotton Club, también había un buen puñado de locales muy importantes. Especialmente para el público afroamericano, los residentes más numerosos ya en tan popular barrio de Nueva York, entre otras cosas porque allí sí podían entrar. Desfilamos por el Savoy y el Apollo para rastrear las aventuras de un director de orquesta que hacía de maestro de ceremonias. Cantando y bailando. Y lo que haiga falta, oiga! Figura importante en la arradio y, ojo, en la prototelevisión americana de la época con el espacio Uptown Jubilee, primer programa de la caja tonta hecho por y para los afroamericanos. Ya lo ven, se puede ser emecé, diyei, bailarín, cantante, músico y jefazo de orquesta a la vez. Y sin despeinarse.

Nos cuesta arrancar pero una vez finalizados los No Pilares (o Pilares sin mucho petardo) damos por comenzada la nueva temporada de forma definitiva. Y la comenzamos con el comienzo de una gran amistad: la del fantástico saxo tenor Lester Young y la fenomenal voz de Billie Holiday.